Aprendí que la
felicidad te la dan los pequeños detalles, que la vida es impredecible y que el
amor no hay que buscarlo, llega cuando menos te lo esperas, y de manera
diferente para cada uno. Que la vida
puede cambiar en un instante y dar un giro de 180 grados. De todo lo que nos
pase en esta vida se aprende, todo vale, todo sirve. Sobre todo de las cosas
malas De cada llanto, de cada caída, de
cada relación que se pierde en las vías junto al tren en el horizonte. Hay a
veces que las relaciones se acaban, se rompen, de repente esa persona con la
que pensamos que íbamos a pasar el resto de nuestra vida ya no está, y muchas de
esas veces sentimos que la vida se ha desmoronado como un castillo de arena con
la primera marea, sentimos dolor en partes de nuestro cuerpo que ni siquiera
sabíamos que teníamos, y esa situación puede durar mucho tiempo. Pero un día te
despiertas, tiras la sabana al suelo y la galletita de la suerte te dice “hoy
no va a pasar nada interesante”, es entonces cuando sin esperarlo conoces a
alguien que te hace recuperar el amor propio, una nueva canción resuena entre
las paredes, y tu alma se va recomponiendo pedazo a pedazo y todo ese dolor y
esa época difusa empieza a desvanecerse. Con esto quiero decir que las mejores
cosas de la vida pasan cuando menos te la esperas, José apareció ese día para
poco a poco ir llenando los cafés de tus mañanas de buenos días. Abristeis un
nuevo libro que poco a poco iréis rellenando de recuerdos y de momentos, ese
libro lleva vuestro nombre, empezar con un para siempre. Y tendréis buenos y
malos momentos pero estoy segura de os tendréis el uno para el otro para
superarlo. Me alegro de que ese día la galletita de la suerte se equivocara y
estemos hoy celebrando este día con vosotros. Os queremos.
domingo, 26 de abril de 2015
Sábado 10/01/2015
Es una noche fría de sábado, en la casa reina el silencio.
Solo se oye el ruido de las teclas del ordenador al ser golpeadas. Ella se
encuentra sola en casa, nunca le ha disgustado esa situación, de hecho de vez
en cuando le encanta esa libertad acompañada de un bol de palomitas que reposan
sobre su regazo. Solo que en este caso el hecho de estar sola se debe a que su
padre ha tenido que ir de urgencia al hospital. Esa situación la transporta a
meses atrás cuando su padre tuvo que ser operado por un tumor en el riñón,
vuelve a sentir una angustia que le envuelve
todo el cuerpo al recordarlo. Había llegado hambrienta a casa debido a
que aún no había cenado, esa tarde había estado con unas amigas saboreando una
botella de vino en la terraza de una
cafetería mientras hablaban, reían y las agujas del reloj parecían avanzar
demasiado rápido. Abre la despensa en busca de algo que le apetezca para cenar,
debido a que es fin de semana se permite cenar algo con más consistencia de lo
habitual, así que decide descongelar unas hamburguesas vegetales que le habían
sobrado de fin de año. Se sienta en el sofá y se sirve un vaso de Cocacola,
cuanta tranquilidad, suspira y pega un bocado a su cena. El móvil le vibra en
ese momento, al abrir la bandeja de los mensajes ve que el mensaje es de un
chico con el que tuvo una cita días atrás. Ella acudió a la cita tranquila, sin
demasiadas expectativas. Llego 10 minutos antes, como no. Solía ser demasiado
puntual en esos aspectos. Decidido ir al baño ya que disponía de tiempo
suficiente. Se miro al espejo para averiguar qué aspecto tenia, se arreglo el
pelo aún húmedo y salió de la estación. Habían quedado debajo del reloj, ella
se apoyo en la pared con la mirada fija en la gente que pasaba, al lado suyo
había otra chica que también esperaba impaciente a la llegada de alguien. Sacó
el móvil y se dispuso a enviar un mensaje avisándole que ya estaba allí. No
pasaron ni cinco minutos cuando llego las persona a la que estaba esperando la
chica de al lado, por su forma de saludarse, dedujo que eran pareja. “Me
encantaría tener algo así” pensó ella para sus adentros.
La cita transcurrió sin más, sin hormigueo en el estomago y
sin besos bajo la luz de una farola al despedirse. Una cita mas, pensó ya
camino de casa. En ese momento agradeció que no hubiera casi nadie por las
calles, así sus pensamientos podían fluir más fácilmente sin que nadie los
atrapase ni perturbarse. Y esa noche supo que no estaba buscando besos vacios
al anochecer, ni citas que no llevasen a nada, estaba buscando sin buscar,
quería sin querer. Algo diferente y totalmente nuevo, algo que nunca había
tenido. No sabía exactamente el que, lo único que tenia claro es que no se
parecía a nada que hubiese sentido.
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