Aprendí que la
felicidad te la dan los pequeños detalles, que la vida es impredecible y que el
amor no hay que buscarlo, llega cuando menos te lo esperas, y de manera
diferente para cada uno. Que la vida
puede cambiar en un instante y dar un giro de 180 grados. De todo lo que nos
pase en esta vida se aprende, todo vale, todo sirve. Sobre todo de las cosas
malas De cada llanto, de cada caída, de
cada relación que se pierde en las vías junto al tren en el horizonte. Hay a
veces que las relaciones se acaban, se rompen, de repente esa persona con la
que pensamos que íbamos a pasar el resto de nuestra vida ya no está, y muchas de
esas veces sentimos que la vida se ha desmoronado como un castillo de arena con
la primera marea, sentimos dolor en partes de nuestro cuerpo que ni siquiera
sabíamos que teníamos, y esa situación puede durar mucho tiempo. Pero un día te
despiertas, tiras la sabana al suelo y la galletita de la suerte te dice “hoy
no va a pasar nada interesante”, es entonces cuando sin esperarlo conoces a
alguien que te hace recuperar el amor propio, una nueva canción resuena entre
las paredes, y tu alma se va recomponiendo pedazo a pedazo y todo ese dolor y
esa época difusa empieza a desvanecerse. Con esto quiero decir que las mejores
cosas de la vida pasan cuando menos te la esperas, José apareció ese día para
poco a poco ir llenando los cafés de tus mañanas de buenos días. Abristeis un
nuevo libro que poco a poco iréis rellenando de recuerdos y de momentos, ese
libro lleva vuestro nombre, empezar con un para siempre. Y tendréis buenos y
malos momentos pero estoy segura de os tendréis el uno para el otro para
superarlo. Me alegro de que ese día la galletita de la suerte se equivocara y
estemos hoy celebrando este día con vosotros. Os queremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario